1- Lleva una alimentación saludable

La alimentación es sin duda el factor que más puede alterar nuestro sistema natural de defensas.

La actividad física y el deporte tienen enorme beneficios para la salud del corazón, huesos, el estado de ánimo y el stress. Aumentan el gasto de energía contribuyendo a prevenir y a mejorar el sobrepeso y la obesidad.

Para ello debes recordar, que además del azúcar que agregamos al té o al café, hay otros alimentos que incorporan una gran cantidad de azúcar tales como: bebidas gaseosas, mermeladas, chocolates, tortas, pasteles, helados .

La leche y derivados lácteos son la principal fuente de calcio en tu alimentación y debes consumirlos en todas las etapas de la vida.

Estas carnes tienen un menor contenido de grasa total que las carnes de otros animales como cordero, cerdo y algunos cortes de vacuno, así como, de las vísceras (hígado, riñón y otros).

Un consumo elevado de grasa animal como mantequilla, crema de leche, mayonesa, helados y carnes grasosas, constituyen un riesgo importante para el desarrollo de enfermedades del corazón, especialmente por su alto contenido de grasas saturadas.

Proporcionan cantidades importantes de vitaminas y fibra dietética: prevención de enfermedades cardiovasculares, así como algunos tipos de canceres como el de Colon.

Diariamente: 3 frutas, 2 porciones de ensaladas y por lo menos 1 vez por semana legumbres o menestras.

El consumo variado de alimentos nos asegura consumo de vitaminas, minerales y otros nutrientes beneficiosos de acuerdo a la Pirámide Nutricional actual que incluye también 1 copa de vino diario y suplementos multivitamínicos.