1. Baja el consumo de calorías.
2. Haz un desayuno completo.
3. Realiza 5 comidas principales al día equilibradas en su composición de nutrientes.
4. Apuesta por el pescado.
5. Consume menos grasas.
6. Aumenta el consumo de verduras, frutas y hortalizas.

La decisión de perder peso es una elección personal e intransferible.

A veces se come por encontrarse deprimido, agobiado... La comida se suele convertir en un sustituto emocional y se come sin hambre.

El ejercicio físico siempre elimina grasas y quema calorías. Además tonifica el organismo. Es una garantía de salud.

Comer despacio hace que se saboree mejor la comida y además consigue que se coma menos. El cuerpo reacciona con señales de saciedad a los veinte minutos de comenzar a comer. Así, se ingiere sólo lo necesario.

Los licores tienen bastantes calorías. Hay que evitar su ingestión, sobre todo después de comer.

 Hay que pesarse una vez semanalmente sin ropa y en ayunas. Perder peso es un logro progresivo.

Hay que disfrutar comiendo. La dieta no debe ser una tortura. Por ello es positivo variar los menús. Una dieta que hace sufrir no es una buena dieta.

 Aportan demasiadas calorías. Por ello se recomienda cocinar al vapor, a la plancha y utilizar el microondas. La cocina natural además es más sana y mantiene mejor las vitaminas y minerales de los alimentos.

Para perder peso se debe reducir el número de calorías diarias.